Por Luis Tovar Acedo
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18 de mayo de 2019
El mundo helenístico aporta la herencia cultural de nuestros patios, donde milenios de acaptación cultural y climática se resumen en estos espacios interiores urbanos. Desde un punto de vista funcional, el patio permite regular la temperatura, al incorporar sombras, vegetación y agua, el patio adquiere las características necesarias para la habitabilidad de la casa. Una de las características identificadoras de los patios andalusies es un planteamiento introvertido, en el que la casa se vuelca al interior, protegiendo la Hurma y abriendo al exterior los mínimos vanos para que las estancias no iluminadas por el patio sean utiles. La identidad y el rango de los dueños de la vivienda solo se expresa en el patio, no al exterior, respetando los principios de igualdad de la umma. Es por ello que en el mundo andalusí, los patios adquieren una importancia capital, se convierten en los elementos vertebradores y básicos del edificio y son el espacio donde tiene lugar la socialización. La oligarquía que vive en el espacio urbano se protege mediante el volcado de la casa al patio interior, blindando su fachada exterior. El mundo helénico aporta la dimensión del patio como centro distribuidor y gineceo, donde el honor de la mujer se protege. De hecho, esta herencia cultural ha estado vigente hasta hace bien poco en nuestros días. La expansión musulmana dota al patio de nuevas connotaciones, formas y sistemas constructivos. La base helenista, romana, nunca deja de estar presente, pero ahora barnizada por el orientalismo y la nueva ideología de origen desértico que aportan los nuevos ocupantes sirios y bereberes del siglo VIII. El patio, denominado wast al dar (centro de la casa) es el espacio clásico polivalente de clima cálido, con el añadido individualista e introvertido que aporta la cultura islámica. La casa pues, queda oculta de cualquier mirada externa, permitiendo un desarrollo familiar intramuros. La existencia de zaguán en recodo testimonia esa protección de la hurma siempre presente. Otra de las características heredadas desde el neolítico y fijadas por su eficiencia es la ausencia de cierre sólido entre las estancias y el patio, el uso de los espacios de transición columnados o porticados es obligado. La adaptación climática se optimiza con el acceso a un punto de agua. Las fuentes, juegos de aguas, piletas y pozos con rebosadero aportan frescor y sonido, y dotan al patio de un alto valor efectista. El agua siempre va complementada con vegetación. Las plantas especialmente frutales u olorosas son el paralelo necesario al agua, conformando un conjunto cerrado en donde encajan perfectamente las referencias coránicas del paraíso.